La enfermedad de manos, pies y boca

Fue a través de una amiga cuando oí hablar por primera vez de la enfermedad de manos, pies y boca, también conocida como HFMD por sus siglas en inglés. Mi amiga, que también desconocía anteriormente dicha enfermedad, me explicó que había acudido con su hijo pequeño a su odontopediatra de confianza y que nosotros también os recomendamos, ya que el personal de clínica Blanc cuenta con un reconocido prestigio y una gran experiencia, así como disponen de tecnología de última generación para asegurar a sus clientes un diagnóstico rápido y preciso que les asegure el tratamiento que mejor se adecue a sus necesidades. Ella llevó al pequeño a la clínica dado que presentaba determinados síntomas como aftas en el interior de la boca, dolor en la garganta, fiebre, malestar general, y erupciones en la piel. 

Su odontopediatra, una vez realizada una inspección ocular le manifestó que se trataba de una enfermedad viral común y conocida como la enfermedad de manos, pies y boca, que afecta principalmente a la población infantil, concretamente a los bebés y niños menores de 5 años, aunque también en raras ocasiones puede llegar a manifestarse en personas de edad adulta, generada principalmente por contagio de los menores. Así, si vosotros tenéis pequeños en casa, es interesante que sepáis que los principales síntomas de la enfermedad son:

  • Fiebre.
  • Sensación de malestar general.
  • Pérdida de apetito.
  • Lesiones cutáneas muy características, con pequeñas vesículas sobre una base eritematosa en las palmas de las manos, plantas de los pies, brazos, nalgas, piernas, mucosas bucales…
  • Dolor de garganta.

Esta enfermedad está causada por una infección de enterovirus, los cuales afectan a varias partes del cuerpo humano y que tiene su origen en distintas cepas de virus. Estos virus se pueden localizar en diferentes partes del cuerpo de las personas infectadas, como puede ser en el líquido de las ampollas, la saliva, mucosidades nasales, esputo, heces…, siendo su forma de propagación o contagio mediante el contacto directo con personas u objetos contaminados, por ejemplo, al darle un beso o un abrazo a una persona infectada por el virus, mediante la propagación de estos en un espacio cerrado al toser o estornudar una persona infectada, al tocar el líquido de las ampollas, mediante las heces o el cambio de pañales de un menor, y luego tocarse los ojos, nariz o boca sin haber lavado las manos, tocar cualquier tipo de objeto contaminado como juguetes, compartir vasos o cubiertos, tocar las manillas de puertas…, y llevarse posteriormente las manos a la nariz, ojos o boca sin antes haberlas lavado, etc. 

Por ello es sumamente importante mantener unos buenos hábitos de desinfección e higiene con un lavado de manos frecuente para evitar o minimizar en la medida de lo posible las probabilidades de contraer o transmitir dicha infección, que es especialmente contagiosa durante la primera semana de la enfermedad, aunque también puede seguir siendo contagiosa una vez que los síntomas de la persona enferma hayan desaparecido.

No hay una vacuna que prevenga esta enfermedad y el mejor tratamiento preventivo posible es evitar su aparición mediante el seguimiento de unos buenos hábitos de higiene y desinfección, dado que más allá de eso no existe un tratamiento específico, sino el alivio de la sintomatología mediante la utilización de fármacos que contribuyan a reducir el dolor y la fiebre, la realización de una dieta blanda para no causar un dolor añadido en el acto de tragar, evitar la ingesta de alimentos ácidos o salados, así como beber suficientes líquidos con el fin de prevenir la deshidratación, una de las complicaciones más frecuentes de la enfermedad.

La enfermedad, por lo general, no es grave

La enfermedad de manos, pies y boca no es, por lo general, una enfermedad grave ya que sus síntomas son leves y suelen remitir una vez pasados entre siete y diez días, si bien en algunos casos puede llegar a afectar al cerebro y presentar alguna complicación grave, siendo las principales:

  • Meningitis viral. Una inflamación de las meninges y del líquido cefalorraquídeo que recubre el cerebro. Por lo general, es menos grave que una meningitis bacteriana, pero debe acudirse al médico a la mayor brevedad posible para evitar cualquier tipo de riesgo, sobre todo cuando se trata de enfermos menores de cinco años o personas con el sistema inmunitario debilitado por enfermedades, medicamentos como la quimioterapia, recepción de un trasplante reciente de algún órgano o médula ósea, etc. 
  • Encefalitis o inflamación del cerebro. Su rápido diagnóstico y tratamiento es de gran importancia, ya que esta enfermedad puede poner en riesgo la vida de la persona. Entre sus síntomas están dolor intenso de cabeza, confusión, fiebre, debilidad, fatiga… 

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