La sal es un elemento común en cualquier cocina. La utilizamos para enriquecer nuestros platos y darles un toque diferente. Cuesta imaginar una receta en la que no utilicemos al menos una pizca de este ingrediente, pero ¿sabes de dónde proviene?
Los trabajadores de Humanes Guillen Eurosal nos lo cuentan todo sobre sal:
Historia de la sal
Los orígenes de la sal están muy ligados a China. Especialmente a la época del emperador Huanghi, que reinaba en un lugar donde abundaban las montañas y los lagos salados. Con frecuencias se cree, que el sol del verano evaporaba el agua de los lagos y sus habitantes se dedicaban a recolectar los cristales de sal.
También hay evidencias de que en el año 3000 Antes de Cristo, se hallaron momias que se preservaban con arenas provenientes de las salinas en Egipto. En este país la sal se obtenía del río Nilo. Más tarde se descubrió que los hebreos también la empleaban para determinados sacrificios y ofrendas y que los romanos comenzaron a utilizar sus propiedades conservantes para mantener en buen estado determinados alimentos como el pescado, la carne y las legumbres.
En algunas civilizaciones, también se utilizó para pagar la jornada de trabajo, de ahí su nombre, salario.
¿De dónde proviene la sal?
En el mundo se obtienen más de 300 millones de toneladas de sal cada año. El productor más grande es China (70 millones de toneladas). Después se encuentran los Estados unidos con 45 millones de toneladas al año.
En México una gran parte de la sal que se consigue es gracias a la evaporación solar. Este tipo de sal se recolecta en los litorales del Golfo de México y del Pacífico, concretamente de Guerrero y Baja California Sur y el resto se reparte en 14 estados. México se sitúa en el séptimo puesto a nivel mundial en producción de sal y el primer puesto en Latinoamérica.
¿Cómo se obtiene la sal?
La sal común, también conocida como cloruro se obtiene de múltiples maneras. La más reconocida es por evaporación del agua, con la que se produce sal marina o de manantial. Otra técnica consiste en la extracción de una roca conocida como halita, que a través de su pulverización da lugar al condimento. Existe un último método que consiste en obtener la sal a raíz de una planta llamada gramínea. Estos vegetales se hierven y producen sal, denominada sal vegetal.
¿Cuáles son los beneficios de la sal?
La sal aporta diferentes beneficios:
Abre el apetito: la sala ayuda a conseguir una buena digestión. También facilita la eliminación rápida de líquidos, provocando que nuestro organismo necesite energía y la satisfaga con alimentos.
Mantiene equilibrado el nivel de líquidos
Ayuda a que el cuerpo se mantenga hidratado: Una gran cantidad de sal provocará la sensación de sed incrementará y promoverá el consumo de agua. Des esta manera ingeriremos más litros de agua al día.
Favorece el sistema nervioso: El consumo adecuado de sal es beneficioso para la relajación muscular y también para el buen funcionamiento de los impulsos de nuestro sistema nervioso.
Previene el envejecimiento: Gracias a su composición de iones de sodio y cloro, la sal es recomendable para ralentizar los procesos biológicos de envejecimiento. Si mojamos un paño en agua tibia con sal y lo colocamos sobre nuestros ojos durante quince minutos, lograremos restablecer el color natural de la piel.
Aliado cardiovascular: Un vaso de agua con sal puede ayudar a reducir los niveles de colesterol, la presión sanguínea, estabilizar los latidos del corazón e incluso prevenir enfermedades cerebrales e infartos.
Desintoxica algunos alimentos: La sal del Himalaya se utiliza como fungicida y se emplea para eliminar hongos y microbios de las carnes y verduras. Un buen pesticida orgánico sería llenar un bote de spray con agua y sal.
Sin embargo, abusar de la sal también puede provocar serios perjuicios para nuestro organismo:
Perjuicios de la sal
Hipertensión: La sal que los riñones no pueden eliminar termina acumulándose en la sangre. De esta forma, el corazón se ve obligado a trabajar más y esto aumenta la presión arterial.
Sobrepeso y obesidad: El sodio en exceso provoca un aumento de sed. En ocasiones podemos caer en la trampa de saciarnos con refrescos y bebidas azucaradas que pueden llevar a sobrepeso y obesidad.