Muro verde mejor que hormigón

Tener un muro verde no es pintar de verde el muro o cubrirlo de dicho color con algún material sintético. Como es fácil deducir, se trata de un muro compuesto por plantas. Aunque todos lo hemos visto en algún edificio, es muy posible que no se tenga muy claro de que tratan esas paredes cubiertas de plantas o musgos. Lo que nos llama la atención es su composición y contemplar como las plantas, crecen en vertical y se mantienen en excelentes condiciones. Semejante a una obra de arte natural, los muros verdes, van más allá de la cuestión estética.

Esta arquitectura ecologista, conlleva numerosos beneficios, tanto es así que en los últimos tiempos, se están incorporando a la decoración de interiores. Las paredes verdes o jardines verticales, han conquistado el mundo. Adornan exteriores e interiores de edificios y generan vitalidad en los espacios urbanos. Las paredes verdes son una creación relativamente nueva, aunque a lo largo de la historia, existen formas similares como los jardines colgantes de la antigua Babilonia. Desde aquellos primeros muros verdes hasta los más actuales, la historia de las paredes verdes, se llena de innovación, belleza y el deseo de incorporar la naturaleza al día a día.

Las paredes verdes o jardines verticales, son estructuras verticales cubiertas de vegetación. Básicamente, se trata de un jardín que crece de forma vertical, pudiendo colocarse tanto en una pared interior como exterior. Por lo general, las plantas crecen en un medio especial que, hace posible que crezcan y sobrevivan sin la necesidad de tanta tierra como en el suelo. Una de las razones principales por las que estas paredes cobraron protagonismo, es que se trata de un añadido excelente para el medio ambiente, al tiempo que ayudan a limpiar el aire de agentes contaminantes. Además, aíslan los edificios y hace que se mantengan más frescos en verano y, más cálidos en invierno.

Un poco de historia

Las paredes verdes, encuentra su analogía en las vides antiguas. Esas que trepaban los edificios más imponentes y hace pensar que la historia de las paredes verdes, resulta tan entrelazada como hermosa. De hecho, sus raíces se remontan a los hombres de las cavernas. Al menos, eso parece. Para conocer un poco más en profundidad este tipo de construcciones vegetales, hemos consultado con los expertos en su construcción de ORBE Técnicas y Medioambiente.

Según la historia, lo primero que se conoció como “muro viviente”, se remonta a los antepasados que vivían en las cuevas. En aquellos tiempos, las plantas en maceta no eran una opción. Por lo que las gentes de la época, se las arreglaban con la vegetación natural que crecía dentro de las cuevas. En los bosques, el crecimiento de plantas dentro de las cuevas colindantes, se producía en el momento que, las semillas y esporas se transportaban a merced del viento o por los animalillo. A medida que las plantas crecían, se iba cubriendo la superficie de la cueva y brindando alimento y refugio a las diferentes especies. Aparte de esto, la vegetación ayudaba a que se mantuvieran la humedad y la temperatura de las cuevas, lo que proporcionaba un ecosistema estable y autosuficiente, muy utilizado por nuestros antepasados.

Antes citábamos a Babilonia y sus imponentes jardines colgantes, debido a que los jardines verticales, tanto reales como artificiales, se inspiran en esos jardines, considerados como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Construidos en el año seiscientos antes de Cristo, los Jardines Colgantes de Babilonia, fueron una carta de amor por parte del rey Nabudoconosor II a su amada esposa Amytis, que se encontraba triste por haber emigrado de su tierra llena de montañas y vegetación.

Esa exuberante vegetación, cayendo por las terrazas, hizo que Amytis se sintiera más cómoda dentro del árido desierto. Debemos señalar que no existe una evidencia real que sugiera que los jardines estaban en Babilona o eran una fábula, pero verdaderamente, inspiraron ambientes copados de plantas.

Acercándonos a nuestro tiempo, nos paramos en la Edad Media, donde los monumentales castillos de piedra, se decoraban con la hiedra frondosa que cubría sus paredes, de forma semejante a los citados jardines. A medida que las plantas de interior cobraban popularidad, ya en la era victoriana, la vegetación se convirtió en algo habitual en cualquier residencia.

La moda de vestir las paredes de verde, era más prominente en las mansiones y castillos británicos. De hecho diversos científicos de Oxford, llevaron a cabo estudios sobre los efectos que produce la hiedra en la integridad estructural y estética de las paredes. Con los mismos, quedó demostrado que cumplen una función bioprotectora, al tiempo que ejercen como agentes de regulación térmica y de la humedad.

Ya en el siglo XX, llega el momento crucial de los jardines verticales. En este siglo, se da por primera vez el papel más importante a la vegetación que, asume un rol más relevante en la sociedad y dentro de la planificación urbana. El movimiento de la ciudad jardín, estipula áreas proporcionales de industria, agricultura y residencia, permitiendo que las ciudades, se vuelvan autosuficientes y establezcan la unión adecuada entre rural y urbano. Con este movimiento ganando fuerza, muchas ciudades adoptaron la idea y aplicaron diseños verdes en diversos lugares como el Garden City en Nueva York.

Entonces ¿qué son los muros verdes?

Aunque sustituir el hormigón por plantas no es plausible en construcción y siempre hay que construir estructuras sólidas de uno u otro material, colocar en ellos un muro verde o jardín vertical, es siempre una excelente opción. Estos sistemas vegetativos, permiten el desarrollo de plantas sobre estructuras arquitectónicas verticales, como los muros o paredes en las ciudades. Integrados con un sistema de riego por goteo/gravedad o micro aspersión, dan unos resultados excelentes.

En lo relativo a las plantas que pueden integrarse, se decide en función de otros factores como las condiciones de luz y la temperatura del lugar. En condiciones de sobra, la malamadre, el poto, los helechos o la garra de león, son buena elección. Si las condiciones son de sol, las suculentas o el amaranto iresine, funcionan muy bien.

Por lo general, los muros verdes naturales, se componen por paneles verticales cubiertos por plantas. Los paneles se sujetan a una estructura metálica fija sobre paredes, con su correspondiente sistema de riego automatizado. Estos paneles, pueden ser módulos de PVC o bolsas de tela sintética, capaces de soportar diversas especies con una densidad de entre cincuenta y cincuenta y cinco plantas por metro cuadrado.

Sobre los sistemas que integran los muros verdes, podemos citar los siguientes:

  • Hidráulicos que necesitan un sistema de riego por gravedad calibrado, para que todo el muro disponga del agua de riego necesaria para un correcto desarrollo de las plantas.
  • Naturales, considerando una selección de plantas adecuada, en función del ambiente en el que se va a colocar. Para que el desarrollo sea correcto hay que considerar la intensidad de la iluminación y temperatura que vayan a recibir.
  • Electrónicos, en función del tamaño del jardín vertical. Si es pequeño puede llevar un solo control del tiempo digital, para los de mayor tamaño, deben contar con un suministro automático de nutrientes.
  • Constructivos, con diversas tecnologías diseñadas para sujetar la vegetación de manera vertical cuidando varios detalles para que el proyecto funcione correctamente.

Las plantas utilizadas son perennes como las plantas cubresuelos, crasuláceas o suculentas, musgos, pastos, helechos, entre otras de carácter ornamental con flores o con mucho follaje. Así mismo este tipo de muros, pueden funcionar adecuadamente en interior o exterior, a pleno sol o en zonas de sombra bien iluminadas. Todo en función de la selección adecuada de las especies.

Llegado el momento de plantearse la construcción de un muro verde o construirlo por uno mismo en el hogar, la oficina o cualquier espacio, hay que tener en cuenta algunos puntos, como la temperatura, la iluminación, la nutrición de las plantas, el sistema de riego o la densidad de las plantas.

Dado que los tiempos cambian cada vez a mayor velocidad, se está dando la posibilidad de crear estos muros con diseño ecológico pero que no requieren un trabajo extremo. Se trata de la vegetación artificial para crear este tipo de muros. Según los entendidos, los muros vivos ofrecen numerosos beneficios a nivel ambiental, pero los muros falsos, llegan a un nivel superior, cuando el objetivo es reducir el consumo de agua, los deshechos o los costes de mantenimiento.

De cara al futuro, tanto los muros verdes naturales como los artificiales, desempeñaran un papel cada vez más relevante, dentro del diseño urbano sostenible. En un claro intento de llevar la naturaleza al bullicio de la ciudad, las ciudades jardín, seguirán basándose en el diseño verde, creando un equilibrio entre hojas y cemento.

Antes o después, veremos como kilómetro a kilómetro, las autopistas estarán bordeadas de jardines. Como mayor esfuerzo, en aras de aumentar la biodiversidad y minimizar el uso de los recursos no renovables, los diseñadores y arquitectos, se basaran en la sostenibilidad para crear sus proyectos.

Esto puede parecer algo lejano, pero en algunos lugares del mundo, como Singapur, es una realidad que el hormigón, se vista de verde y de paso a la naturaleza para atraer la atención y, por supuesto, construir un mundo

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