¿Por qué nos deprimimos después de las vacaciones?

Cuando el verano va llegando a su fin, y con ello también las vacaciones, los días de relax y sin estrés, y se va a cercando el día de enfrentar nuestra rutina diaria en el trabajo, el tiempo se nos comienza a hacer cuesta arriba y comenzamos a experimentar sensaciones de  cansancio, tristeza, apatía, nostalgia y falta de concentración.

A esto se le conoce como síndrome postvacacional, también llamado estrés o depresión postvacacional. Este síndrome, aunque no está considerado una enfermedad por la Organización Mundial de Salud y en la comunidad científica no hay consenso sobre la definición y terminología empleada o la existencia real del mismo, se suele relacionar con la dificultad de adaptación de algunas personas en el momento de regresar a su rutina laboral tras un periodo de desconexión más o menos prolongado.

A esto, Helena Thomas Currás, profesora de Psicología Social en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, agrega: «No se trata de ninguna patología sino de un trastorno adaptativo. Realmente la depresión postvacacional no existe. La depresión es una enfermedad mental grave que requiere tratamiento y atención especializada. Estaríamos banalizando esta patología, bastante sería, si empleásemos ese término».

Esta adaptación que tanto le cuesta a las personas implica cambios de horarios, vuelta a las obligaciones y responsabilidades y en general dejar atrás unos días sin ataduras, de diversión y sin presiones. «Regresamos a la rutina de despertadores y horarios fijos, a estar durante largas horas frente al ordenador o de cara al público, etc. Es la nostalgia de las vacaciones que provoca un malestar general porque implica retornar a casa y en muchos casos hemos estado muy bien. Volver a esta realidad no siempre nos gusta», afirma Thomas.

Si bien para la mayoría de las personas esta vuelta a la «normalidad» no reviste mayor complicación, para otras supone un verdadero cuadro de estrés en el que se experimenta: tristeza, nostalgia, apatía, irritabilidad, malhumor, falta de energía y concentración, hastío, desmotivación, disminución del rendimiento e incluso alteraciones del sueño y de la alimentación.

Lo bueno es que, a diferencia de la depresión real, estos síntomas no suelen prolongarse más allá de dos, tres o cuatro días y que desaparecen por sí solos. Mientras que «si se extienden habría que pensar que es posible que exista algún otro problema de fondo que nos está afectando y en cuyo caso sería recomendable consultar con un especialista», sugieren los expertos.

Aunque cualquier persona puede presentar este trastorno adaptativo, los trabajadores más propensos son aquellos que tienen menor tolerancia a la frustración, los que disfrutan de unas largas vacaciones (un mes) y los que vuelven a un entorno laboral hostil(horarios rígidos, jefes serveros o intransigentes…).

«Hay situaciones que pueden generarlo con más facilidad e incluso puede ir acompañado de problemas más serios. Es habitual en personas que no están conformes con su trabajo o están sometidas a riesgos psicosociales -burnout o síndrome del trabajador quemado según la OMS, consecuencia de un estrés laboral crónico que es el resultado de un estado de agotamiento emocional-. Y, por supuesto, quienes sufren moving laboral», por el contrario, «si una persona tiene un trabajo que le motiva no tendrá mayor inconveniente en volver a pesar de que de vacaciones todos estamos mucho mejor».

Sucede que aunque dicen que partir y dejarlo todo es difícil. Que cuesta porque uno sale hacia lo desconocido, hacia tierras lejanas donde no hablan tu idioma, hacia olores y tradiciones diferentes. Llega un momento en el que el viajero convierte esta nueva aventura en su realidad y en su costumbre y se deja enamorar por la “rutina” de no tener rutina, de viajar, no tener ataduras, conocer nuevos lugares y estar ahí afuera viviéndose el mundo.

Mientras, volver a la rutina nos trae una sensación de depresión, sobre todo si hemos tenido unas vacaciones largas y cargadas de aventuras, contra que tengamos que volver a una rutina llena de estrés o a un trabajo que de seguro no nos gusta tanto.

Durante los viajes había adrenalina, había caminatas a lugares fantásticos, la capacidad de asombro estaba en cada instante, en cada paisaje que fotografiábamos, en los amores de verano, en acampar en soledad, en probar una comida nueva… en definitiva eran un montón de estímulos nuevos cada día, cada minuto y todo eso se pierde al regresar. O al menos eso creemos porque ahora estamos quietos en casa.

¿Cómo podemos combatir la depresión postvacaciones?

Entonces, ¿cómo se hace para combatir ese estado de ánimo? Pues lamentamos decirte que para esto no hay una solución mágica, o un remedio como sucede con muchas otras dolencias; sin embargo, si que hay algunos consejos que aplicar para hacer que el regreso a nuestra rutina no sea tan duro, triste, doloroso o depresivo.

La experta en psicología para adultos, Marisa Hernández Torrijo, nos comparte algunos consejos útiles:

  • Incorpórate con calma.Uno de los mayores errores es tratar de reincorporarse de golpe. Lo mejor es que vuelvas de tus vacaciones unos días antes para ir aclimatándote a la nueva situación. Esto te permitirá prepararte física y mentalmente para empezar a trabajar. No es una cuestión de ponerse al día con la casa en materia de lavadoras y limpieza o hacer la compra, etc. sino a tener el control de horarios, rutina, tranquilidad…
  • Revive tu viaje una vez más. Recarga tus energías compartiendo las fotos y anécdotas de tu viaje con tus amigos y familiares, que de seguro están ansiosos de saber como te fue. De esta forma llenarás tu rutina de historias de aventuras y conectarás con lo bonito de tu rutina, la gente que te rodea. Esto también te servirá para descubrir que tanto te ha cambiado ese viaje.
  • Disfruta de tu espacio y tu soledad. Durante el tiempo que estabas viajando seguro que decías cosas como: cuando vuela a mi casa voy a ir más al cine, voy a leer esos libros que postergué por tener que estudiar o trabajar mucho, voy a hacer más deporte, voy a… entonces date esos gustos y aprovecha el tiempo para descansar, para conectarte con todo que te gustaría haber hecho y todavía no lo hiciste. Disfruta del espacio contigo mismo y de vuelta a casa y a la rutina. Y es que también pasa que cuando estamos de viaje, lejos de casa, nos damos cuenta de un montón de cosas que nos gustaría hacer en nuestro día a día para lo que nunca hemos sacado tiempo, y este podría ser el momento de comenzar esos pequeños proyectos para darle un giro a tu vuelta de vacaciones.
  • Mantén una actitud realista.Si aplicamos estrategias para suavizarlo e intentamos gestionar nuestras emociones a través de preguntas o afirmaciones como «¿qué me puede pasar?», «¿cómo puedo estar mejor?», «todavía los días son largos y puedo hacer muchos planes» aceptaremos mejor el regreso.
  • Duerme al menos ocho horas. Estar descansado ayuda a eliminar la irritabilidad y a afrontar mejor cualquier situación que genere estrés. Además, así volverás a retomar los horarios de sueño que tienes durante tu rutina normal.
  • No te preocupes, ocúpate. Ocupa el tiempo en cosas productivas o creativas que te ayuden a mantenerte activo y a evitar pensar todo el tiempo en lo increíble que fue el viaje y que ahora se terminó.
  • Actividades de ocio.No porque hayas vuelto a tu rutina tienen que acabarse los momentos de diversión. Aprovecha que los días aún siguen siendo largos para, por ejemplo, pasear, reunirte con familiares o amigos o incluso ir al gimnasio. Mantener un espacio para el ocio puede hacer que te sientas mejor de vuelta al trabajo.
  • Haz ejercicio. El deporte es tan bueno para la salud física como para la mental y conseguirás liberarte del estrés.
  • Fomenta lo positivo. A pesar de lo malo que pueda haber sido el día siempre hay alguna cosa positiva. Intenta buscar el lado positivo al trabajo hará también que puedas observar las cosas buenas que tienes alrededor.
  • Evita los pensamientos negativos. Si siempre volvemos a ese mal pensamiento recurrente, la sensación de angustia se incrementará cada vez más. Mejor trata de relajarte y desconectar con alguna actividad que te guste.
  • Busca apoyo. No importa el problema por el que estés pasando, siempre se hace pequeño si lo compartimos con nuestro círculo de apoyo. Busca otros viajeros que estén pasando por lo mismo que tu, de seguro los encontrarás, y apóyate en su experiencia para darte cuenta que esto le pasa a cualquiera y que es una transición normal.
  • Date un tiempo. Si te sientes perdido, desorientado y no sabes si seguir con ese trabajo o esa relación no lo fuerces, deja que el tiempo pase y te permita asimilar las cosas y cuando hayan pasado algunas semanas seguro que verás todo con mayor claridad. Todos somos diferentes y ese proceso de regreso varía según el viajero. Dicen que el cuerpo regresa antes que las emociones. Dale tiempo a que todo se acomode. Tal vez te lleve 3 días, 3 semanas o 3 meses. Respeta esos tiempos y no te apures a querer estar bien.

 

 

 

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