Trabajar es salud. Lo dice el dicho y es un hecho. Tener trabajo es sinónimo de bienestar. Aunque luego despotriquemos del mismo y nos quejemos de si nos dicen, nos hacen, nos pagan mal, etc. Son incontables las posibles quejas que podemos hacer al respecto. Sin embargo, la ausencia del mismo, desemboca en problemas de autoestima, económicos, sociales, etc. Actualmente, la inestabilidad laboral es una realidad que trae a muchos españoles de calle. Es decir, nos tiramos de los pelos por no encontrar el trabajo que nos gusta, aceptar el que no, que los contratos sean precarios o insuficientes, por citar algunos ejemplos.
En cualquier caso, tanto la ausencia de trabajo como el hecho de tenerlo, suele generar disconformidad. Así somos los humanos, inconformistas por naturaleza. Al mismo tiempo, somos temerosos. Necesitamos tener certeza en lugar de incertidumbre, por eso nos instalamos en nuestra zona de confort y ahí nos quedamos viéndolas venir en muchas ocasiones. Poca relevancia tiene si lo que motiva esa necesidad de encallarse es el tener un trabajo que no nos gusta o el no tener ninguno. El miedo, se apodera de nosotros en según que circunstancias.
Nuestros amigos de PSI Psicólogos, expertos en terapia para la orientación laboral, han tenido a bien hablarnos sobre como afrontar ese miedo al cambio de trabajo. Este aspecto tan relevante en la sociedad, no es tenido muy en cuenta, tal vez, debido al hecho de que, en la actualidad, el cambio de trabajo es el pan de cada día de muchos trabajadores. Aun así, el miedo asoma a la ventana cada vez que la palabra cambio o trabajo, sale de nuestras gargantas.
Lo que antes era habitual, hoy ya no lo es. Poco queda de ese concepto de fichar por una empresa y trabajar allí hasta la jubilación. Hoy, bogamos por el cambio porque la sociedad, nos mueve. Esa inestabilidad laboral de la que hablábamos, es la precursora de que nos veamos sometidos y obligados a hacer cambios, aunque no queramos.
Si bien es cierto, que los cambios de trabajo son positivos y favorables a la persona, pues enriquecen, ayudan a ver otros aspectos y puntos de vista, enseña a enfrentarse a nuevos retos y contribuye a enriquecer la vida laboral y social, no todo el mundo los acepta de la misma manera. De ahí, la necesidad de que estos cambios se lleven a cabo de forma paulatina y con la calma suficiente. Siempre y cuando, sea necesario.
Miedo al cambio
Como decimos, el ser humano vive con ese miedo al cambio perpetuo. Lo desconocido, asusta. Normalmente, el miedo es un estimulo que impulsa, impulsa a tomar decisiones y a enfrentarse a las situaciones, o en el caso de peligro inminente, a la supervivencia.
En el terreno laboral, el miedo a cambio, sobreviene cuando existe la intención o la posibilidad de un cambio en la carrera profesional. Cuando conocemos el terreno, nos sentimos seguros, aunque el terreno sea cenagoso y nos engulla. Es lo que conocemos y sabemos como lidiar con ello. Es previsible y controlas la situación. Cuando se aproxima un cambio, el control se nos escapa de las manos. Aparece la sensación de incertidumbre que generan las situaciones nuevas y nos asustamos, antes siquiera, de ver las orejas al lobo.
Importante es reconocer este sentimiento y asumir que es algo normal cuando se acerca el momento del cambio. No es raro, ni negativo sentir miedo ante ese cambio al trabajo. Empezar una nueva etapa siempre produce una sensación de vértigo, pues no sabemos lo que se va a acontecer ni como va a evolucionar ese cambio.
Viviendo en una sociedad como la que nos ha tocado vivir en este momento, hay que aprender a gestionar y tolerar bien esos cambios. La propia sociedad cambia de manera constante, lo percibamos o no, seamos o no seamos conscientes de ello. Hay que aprender a manejar esa incertidumbre y afrontar los miedos sin que aparezca su compañera, la ansiedad.
Una frase conocida por todos y que personalmente, no comparto, deja patente el miedo humano: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Este pensamiento, permite y propicia el estancamiento para mantener la sensación de seguridad. Sin embargo, se trata de un pensamiento lastre. Es decir, te condiciona hasta el punto de no querer avanzar.
Lo mejor, es cambiar ese pensamiento por un más vale bueno por conocer que malo conocido y salir a buscar el cambio que nos reporte bienestar.
Como aceptar ese cambio laboral disminuyendo el miedo
Cuando el miedo a cambiar de trabajo nos paraliza a la hora de ser capaces de tomar una decisión, el temor te paraliza. Ocurre justo (y siempre en mayor o menor medida) cuando se acerca el momento de entrar en un nuevo puesto de trabajo. Las dudas que genera el miedo, incitan a quedarse en el puesto de trabajo que ya tienes, aceptando lo que hay aunque no te guste, llene o proporcione la remuneración suficiente.
Esta situación de miedo es negativa, no solo a nivel laboral, personal también. Si un puesto de trabajo no te reporta bienestar, hay que buscar uno mejor. Si sucumbes al miedo, tu mismo te estas cerrando una puerta. Abandonar tus metas y dejar de probar cosas nuevas, va a desembocar en una gran frustración y situaciones de estrés.
Los cambios son una parte de la vida, tan inherente a ella como el respirar. Vivimos en cambios constantes de los que no nos hacemos cargo, los tomamos como parte de la vida y no les damos mayor importancia. Cuando los cambios son más directos, como el de un trabajo, lo vivimos como algo negativo y nos genera malestar. Tan solo basta con afrontarlo como algo positivo. Buscar los puntos fuertes de ese cambio, ilusionarse con las mejoras que van a producir en tu vida en general. El entorno labora es uno de los que más tiempo se llevan en nuestro día a día. ¿Qué puede haber mejor que hacer que sea lo más satisfactorio posible?
Puesto que los cambios, con toda probabilidad se sucedan varias veces a lo largo de la vida laboral, sobre todo de los más jóvenes. Podemos empezar por reducir el miedo al cambio siguiendo estas pautas. Minimizar el miedo, es abrirse paso a un nuevo mundo de posibilidades y oportunidades.
En primer lugar, ser conscientes de que nada permanece. Todo cambia en esta vida, no solo laboralmente hablando. La sociedad evoluciona, ya lo hemos dicho, y lo hace de forma imparable y sin tener en cuenta la individualidad. Es más que normal cambiar de trabajo a lo largo de la vida, hay que aceptar este hecho como algo natural y positivo. Dirigir el pensamiento hacia esa dirección, ayuda de forma notable, a disminuir el estrés y el miedo.
Obviamente, ser flexible es otra de las acciones a tomar. Proponerse ser flexible ante el cambio, invita a adaptarse mejor al mismo. Para ello, está bien empezar por cambiar rutinas que te hacen sentir bien, generando alternativas que te agraden. Por ejemplo cambiar de cafetería para desayunar, leer libros de otras temáticas que no sean las habituales, cambiar el camino que haces habitualmente para ir a algún lugar. Pequeños pasos que ayudan a avanzar en la lucha contra el miedo a lo desconocido.
Estas siendo flexible por lo que ahora, en última instancia, debes tomar consciencia de que esos cambios deben ser paulatinos. De uno en uno y no en tropel. Los objetivos del cambio deben ser realistas y no es necesario ni prudente, ser demasiado exigente con uno mismo. Si el cambio de trabajo, conlleva otro cambio, mejor hacerlo paso a paso.
Reflexiona sobre las posibilidades que ofrece el cambio
El miedo te hace sentir vivo. Te mantiene alerta. Pero no es saludable que se apodere de ti y te impida avanzar y encontrar un camino que mejore tu vida en el terreno laboral.
Ante el posible cambio, conviene detenerse a pensar en cuales son las razones que lo motivan. Cuales son las expectativas que puedes tener sobre el y por supuesto, que dejas atrás.
Tal vez el cambio sea obligatorio, quizás sea algo voluntario. Eso es lo de menos. Profundizar en el trabajo que vamos a dejar y lo que nos aporta y analizar las posibilidades del nuevo, para averiguar lo que nos ofrece, ayudará a determinar porque nos inquieta tanto el cambio.
En la mayoría de estos cambios, se gana mas de lo que se pierde. Al principio, la adaptación puede darnos la sensación de todo lo contrario. Sin embargo, un cambio suele ser siempre un avance. Un avance, siempre es positivo.
Sobre todo, cuando el trabajo en el que estamos, nos frustra, no nos llena, ni satisface o lo que es peor, se trata de un entorno laboral hostil. Seguramente, el nuevo empleo, te de la oportunidad de desarrollarte mejor laboralmente, dar lo mejor de ti y enseñar a tus nuevos compañeros, de lo que eres capaz. Además de aprender cosas nuevas, metodologías y formas de trabajo diferentes y ampliar tu circulo social.
Lo valiente es tener miedo y, aun así, aventurarse.