Encaramos el 2021 con ilusiones renovadas, con el mantra de recuperar la vida prepandémica y con las esperanzas puestas en la ansiada vacuna, la misma que nos iba a permitir volver a viajar y llenar de nuevo los aeropuertos. Pero, de momento, nada más lejos de la realidad. Más de un año después de que se decretara el primer estado de alarma, seguimos con la incertidumbre y sin saber qué pasará más allá de los próximos días. Volver a viajar, retomar el trabajo y la educación presencial, visitar a nuestros seres queridos sin limitaciones ni prohibiciones… En definitiva, volver a considerarnos dueños de nuestra vida, recuperar los pequeños placeres que nos ayudaban a desconectar de un trabajo estresante o de un problema en el hogar. Desear que llegara el fin de semana o las vacaciones para disfrutar del tiempo libre y cargar pilas, en lugar de quedarnos en casa matando el tiempo como buenamente se puede. También, ver y sentir a nuestros amigos y a nuestros seres queridos olvidándonos de las pantallas.
Por segundo año consecutivo, decimos ‘adiós’ al puente del 19 de marzo, nos olvidamos de la escapada de Semana Santa y, muy pronto, se nos acercará el jefe de turno para recordarnos que es el momento de pedir los días de vacaciones que nos corresponden. Y el verano vuelve a estar en nuestro punto de mira. Sin embargo, poco a poco empezamos a ver la luz al final del túnel. Las esperanzas de que pronto se empiecen a relajar las restricciones, de que este verano será por lo menos parecido al anterior en cuanto a la movilidad y de que desconectaremos lejos de las cuatro paredes de nuestras casas y de las cuatro calles por las que siempre paseamos en nuestra ciudad devuelve la ilusión y la alegría a nuestras vidas. Desconocemos qué decidirán los países europeos, aún más qué harán en otros continentes, e incluso nos preguntamos cuándo podremos cambiar de comunidad autónoma en nuestro propio país. Pero si miramos atrás, tenemos un ejemplo muy cercano: el verano del 2020 fue el del turismo nacional.
Apostar por el turismo nacional siempre es un valor seguro en un país donde se puede disfrutar de la playa y de la montaña, del calor sofocante y de unas temperaturas relativamente suaves. Y, además, con una alta conectividad: tren, automóvil, avión e incluso barco nos acercan a nuestro destino. Si optamos por viajar en cualquier transporte que no sea el coche, ¿qué pasa al llegar al destino? ¿Y si un día nos apetece salir de excursión sin tiempos ni horarios? Pues aquí entra en juego al alquiler de coches: autocaravanas, clásicos, deportivos, berlinas… Lo que más se adapte a nuestras necesidades, tanto económicas como personales. Es el caso de los profesionales de Car Rent Milladoiro, que nació con la intención de cubrir la necesidad de este mercado en Santiago de Compostela.
En 2020 resurgió el turismo nacional
El primer estado de alarma culminó poco antes del verano y eso provocó una temporada estival totalmente atípica. Inseguridad sobre la situación sanitaria del destino vacacional, reservas de última hora, viajar con una persona de riesgo… Todos esos elementos provocaron una nueva tendencia: la de viajar a segundas residencias. Y en caso de no contar con ellas, la mayoría de los españoles optaron por viajar a un destino cercano a su lugar de residencia, como Andalucía, Cataluña o Baleares. Otra tendencia a tener en cuenta arroja datos sobre los gustos de los españoles ante una pandemia: mejor en la naturaleza y en espacios exteriores que en la playa o en piscinas.
En cuanto a los destinos nacionales más reservados durante el verano de 2020, nos encontramos con pocas sorpresas. Baleares ocupó el primer lugar, seguido de Huelva, Málaga, Las Palmas o Alicante, sin duda destinos que ofrecen una gran variedad de planes, tanto cerca del mar como disfrutando de su naturaleza. Destacó también como destino turístico Asturias, una comunidad autónoma que habitúa a atraer a turistas nacionales, pero que se llevó la palma durante los meses de julio y agosto de 2020, especialmente por su naturaleza, por los espacios libres y abiertos que presenta y, también, por la libertad de movimiento que otorga a la hora de hacer excursiones. No sabemos qué pasará este verano, si podremos realizar el viaje con el que soñamos desde hace tiempo y si tendrá que esperar, pero lo que sí es seguro es que apostar por el turismo nacional es un valor seguro.