No es más limpio quien más lava, sino el que menos ensucia. Este dicho me encanta. Lo decía mi abuela cuando se le preguntaba si era más o menos limpia que su hermana. Vamos con un dato que puede ser muy claro. Si utilizáramos detergentes sin fosfatos, ahorraríamos hasta 80.000 toneladas de fosfatos al año. Lo que queda claro es que hay otros sistemas para limpiar la ropa que evitan la degradación de los cursos de agua.
Afortunadamente el mercado ha cambiado. Las empresas son conscientes de que para estar limpio no hace falta contaminar. Por eso los detergentes ecológicos contienen un tensioactivo altamente biodegradable, no tienen polifosfatos y el blanqueante es a base de perborato de sodio. La dosificación y la calidad del agua también son aspectos importantes. No por gastar más detergente la casa queda más limpia. En España sólo un 10 % de los detergentes que usan son sin fosfatos. En Suiza, está prohibida la venta de detergentes que los contengan. “Cuando se habla de detergentes ecológicos, no quiere decir que sean totalmente inofensivos para el medio ambiente, sino que tienen una elevada y rápida biodegradabilidad”, explican desde Stocknet Valles, empresa especialista en productos de limpieza, pero que desde hace años trabajan con una mentalidad ecológica.
Son productos que por su alto poder de limpieza hace recuperar el brillo y su carácter neutro. Además proporciona un cuidado especial a las manos, protegiendo contra el crecimiento de microorganismos en esponjas o estropajos. Y es que no somos conscientes de que la contaminación está presente en todos los sitios. Pero depende de nosotros.
Las malas lenguas dicen que la aparición de los detergentes ecológicos es una estrategia comercial ante un mercado absolutamente saturado. Puro postureo para evitar sanciones. En este caso la verdad es que no sé. Lo que es un hecho es que las aguas residuales domésticas van cargadas de detergentes. Antes de que lleguen a una depuradora, normalmente van a verterse en los ríos. Por ello, informémonos sobre el problema de los detergentes y no hagamos caso de las guerras comerciales entre las grandes multinacionales de los jabones. Y es que entre todos tenemos que dejar un mundo mejor, por nosotros y por los que vienen.
Agua contaminada
El agua contaminada de una gran ciudad se cataloga en aguas industriales y domésticas, los detergentes se encuentran en esta última. El 50% de la contaminación de las aguas por detergentes se debe al uso en nuestras casas y negocios. Los detergentes son productos que se usan para la limpieza y están formados básicamente por un agente tensoactivo que actúa modificando la tensión superficial del agua, disminuyendo la fuerza de adhesión de las partículas (mugre) a una superficie. La mayoría de los detergentes contienen sosa, la cual mata los microorganismos que viven en el agua y que tienen como función natural degradar o digerir los residuos de nuestros deshechos.
Un río, un lago o un embalse de agua sufren eutrofización cuando sus aguas se enriquecen en nutrientes. Podría parecer a primera vista que es bueno que las aguas estén bien repletas de nutrientes, porque así podrían vivir más fácil los seres vivos. Pero la situación no es tan sencilla. El problema está en que si hay exceso de nutrientes crecen en abundancia las plantas y otros organismos. Más tarde, cuando mueren, se pudren y llenan el agua de malos olores y le dan un aspecto nauseabundo, disminuyendo drásticamente su calidad.
Solución para esta problematica
La solución, o al menos parcial, a esta problemática existe desde hace varios años. Como has visto son los detergentes biológicos que no contienen soda cáustica o hidróxido de sodio y son amigables al medio ambiente además de ser realmente biodegradables. Su uso representa una solución práctica y doméstica, en la cual todos podemos contribuir. Estos detergentes están formulados por elementos naturales llamados enzimas, que ayudan en la labor de limpieza natural del agua una vez que la hemos utilizado, además de no dañar la piel ni la ropa.
Una investigación que leí hace unos meses dice que los compuestos volátiles orgánicos de la atmósfera provienen la mitad por el tráfico y la otra mitad por el uso de productos químicos domésticos tales como los productos de limpieza, detergentes, perfumes, insecticidas, pinturas, etc. Anterior al este estudio se estimaba que los vehículos producían el 75% de esos compuestos en la atmósfera.
Así que la próxima vez que tengas que comprar este tipo de productos, ya sabes, busca los que menos contaminen.